La primera es utilizando el fuego directo de la estufa y ayudándonos con una pinzas o un tenedor le vamos dando vueltas hasta que toda la piel este quemada, recién terminamos de quemarlo lo metemos a una bolsa de plástico para que “sude” (así será más fácil retirar la piel) no es necesario lavarlo después de hacer esto pero lo puedes hacer si es que queda mucha piel quemada, este proceso aparte de facilitarnos la tarea de pelar el chile le dará un aroma y sabor a ahumado dejándolo ideal para preparar una salsa o algún guiso donde queramos este tipo de sabor.
La segunda opción es para aquellos que no cuentan con una estufa a gas o que no quieren que el chile aporte el sabor ahumado. Y es muy sencillo con la ayuda de aceite muy caliente metemos el chile hasta que la piel se infle, una vez que veamos que toda la piel se a levantado lo retiramos del aceite y le quitamos toda la cascara dorada. Este proceso es más limpio y no cocerá tanto nuestro chile.